En la historia del cine el terror se apoya en realidades de situación siniestra, de miedo, pesadilla y realidades límites que implican tensión entre realidad- irrealidad. El acto terrorífico en el cine presenta alteraciones de los sentidos, donde la cámara-ojo equivoca la posición del objeto y el sujeto para lograr efectos constructivos en la narración fílmica. Las innumerables películas realizadas desde la primera década del siglo XX (Meliés, el cine expresionista, Murnau y otras experiencias futuristas), demuestran que el cine de terror es un valor y una historia “Industriosa” promovida mediante la cámara- ojo del cine en blanco y negro y la proyección a color en pantalla.
Por supuesto, definir y narrar como situación extrema un acto de terror, es una operación de sentido donde el ojo- cámara manipula y deforma “lo real” convirtiéndolo en apariencia hipersensible. La creación de películas cuyo tema está ligado al horror-terror produce un síntoma-visión de lo fantástico llevado a lo extremo. (Desapariciones, crímenes, cuerpos despedazados, cegueras misteriosas y otros temas).
Una estadística de este tipo de género palpable y observable en el caso del cine, muestra que el espectador, en su percepción sadomasoquista del terror y el horror proyectado a través de la pantalla, deforma una historia real o imaginaria que le sirve de modelo-espejo. Este género, tendencia, o trama cinematográfica, es importante como valor dramático en la base misma de cada filme de dicha tendencia. Existe una literatura de terror (organizada y posicionada en novelas, cuentos, historias de crímenes), para ser narrada por el ojo audiovisual del sujeto y para producir efectos en la mirada del “otro” sujeto. El guionista, director, fotógrafo, actor y el espectador visibilizan el código del horror y la maldad asesina o destructora.
Los personajes del cine de terror son muchísimos: carníbales, monstruos, dragones, destripadores, asesinos en serie, licántropos y otros que ponen a prueba sus signos y cualisignos de venganza contra la naturaleza y los géneros humanos; vengadores que regresan de la muerte para hacer justicia. Casas misteriosas, demonios y espíritus del más allá, sectas satánicas; vampiros, satanismo religioso, asesinos hombres-lobos, niños diabólicos, monstruos siderales y subterráneos, mujeres monstruosas, asesinos religiosos, curas y criminales, torturadores, violadores malvados y otros terroristas que nos presenta el cine del siglo XX y XXI.
Vemos cómo una legión de implacables monstruos y todas una legión de personajes y sujetos destructores, pero también de una literatura productora del miedo, del horror en el espectador perfecciona y produce el horror como efecto, a través de la composición y el truco sonoro- visual cuyo objetivo es hacer visible el temor.
Toda una filmografía se hace presente y sensible en películas y series televisivas); cine político, cine fantástico, de misterio y otros modos y fórmulas audiovisuales. Algunos ejemplos en tal sentido, lo encontramos en Aliens el octavo pasajero, de 1979, dirigido por Rydley Scott, un clásico del terror de ciencia ficción; La novia de Frankenstein (1935), dirigida por James Whale. Otro ejemplo es CROMOSOMA III, de 1979, de David Cronenberg, El exorcista (1973), dirigida por Williams Friedkin y cuyo tema ha sido objeto de novelas, pinturas, y otras; también podrían ser muy famosas La mansión encantada (2023) dirigida por Justin Simien, y otra famosa es King Kong (2005), dirigida por Peter Jackson.
Tomemos un ejemplo harto conocido: Psicosis, realizada en 1960, por el maestro Alfred Hitchcock. Esta película ha sido tomada como ejemplo por el tema de la matanza en Texas (La matanza de Texas 1974), dirigida por Tobe Hooper; El hombre de mimbre, (1973), dirigida por Robin Hardy, y muchos otros más.
Se trata de una travesía histórica con más exito y rango de proyección donde cada vez más se ha vuelto fija la película de este género y fenómeno cada vez más tratado, realizado y proyectado desde la creación cinematográfica. Dicho tema es considerado ya un lenguaje y una expresión de lo que genera cada vez más un negocio, una economía fílmica; cada tipo de cine de terror y lo que promete la oferta artística crean un sentido para el arte cinematográfico.
Una casuística de niños secuestrados y secuestradores, niños castigados, asesinatos perversos, mujeres asesinadas por sus maridos y criminales obsesivos que causan horror sobre la base del tratamiento narrativo, espacial y sonoro pero también marcado por una retórica fílmica específica.
Todo un evento ferviente y reconocido por espectadores, productores, actores y directores de cine conforma un equipo para el trabajo en colaboración.
El género cine de terror, tanto en el cine como en la televisión y a través de toda la historia del cine y la industria audiovisual y literaria, concurre en un laboratorio de selección y colección basada en una teratología narrativa incidente en el cine de nuestros días. (Véase al respecto, Diez negritos, de Agatha Christie; El diablo en Ohio, Después (2021), La bestia (2021), La ladrona de huesos de Manel Loureiro (2022), y otras.
No se puede negar que este tipo de novela y cine arrojan datos audiovisuales a través de la gran pantalla, pero sobre toda un número extenso de espectadores cinéfilos que reclaman este tipo de producción cinematográfica continua. Lo que implica un avance y trascendencia en el marco de la producción literaria y propiamente cinematográfica.