En un mundo lleno de incoherencias, engaños, mentiras y maniobras oscuras, es difícil encontrar quien haga vida lo que escribe.
A los comunicadores que pretendan ser escritores creyendo tener lectores que le siguen y que viven de la denuncia, pero no aplican lo que teorizan con tanta vehemencia, hay que seguirles los pasos por cargos públicos fugaces sin brillo alguno, para cerciorarse de cómo se aprovechan de menudencias como la venta de entradas a lugares público bajo su posesión, y de querer apropiarse de bienes muebles que no le pertenecen, y que cuando le son requeridos se niegan a entregar.
Se trata de personajes expertos en teorizar, ignorando que las teorías son compañeras inseparables de nuestra existencia en las que vale la pena hacer un sano esfuerzo por analizar lo que se lleva dentro de la mente y del corazón, para purificarla de errores y para mejorarla en vista a conducirle eficazmente hacia la verdad, el bien y la belleza.
Se dice, que somos coherentes cuando, al “actuar, nuestra voluntad está de acuerdo con nuestro entendimiento, que nuestros actos estén de acuerdo con nuestros principios y que nuestras palabras vayan de acuerdo con la verdad”.
Deben comprender determinados seudo escritores, en una suerte de sottise evitar promocionarse, ya que no solo se trata de denunciar, sino de comprometerse con obras sociales, reconociendo a aquellos que nunca han recibido prebendas y emolumentos de gobierno alguno, que siempre se han sustraído del boato, contrario a aquellos que buscan esconder su frustración carnal en lugares de placeres que incitan a la infidelidad.