Las naciones democráticas, cada cierto tiempo, ejecutan procesos electorales para confirmar o sustituir a los ciudadanos que ocupan posiciones públicas mediante el voto popular.
En la mayor parte de las constituciones de las naciones está consagrado el derecho fundamental a elegir y ser elegido.
El momento de los procesos electorales es uno de los que más significación posee en una sociedad democrática porque es donde más se evidencia el poder que el pueblo tiene de determinar quién va a dirigir los destinos de la nación.
«En la era digital, la integridad de nuestras democracias depende de cómo manejamos la tecnología en nuestros procesos electorales», afirma Lawrence Lessig, reconocido profesor de derecho y tecnología.
Esta cita resalta la importancia crítica de garantizar que el proceso se ejecute de manera transparente, efectiva y eficaz.
Somos de los que creemos que las tecnologías de la información y comunicación pueden brindar mayores garantías para que la ciudadanía pueda ejercer su voto con la mayor de las seguridades. Un estudio de 2022 realizado por la Organización de Estados Americanos (OEA) revela que más del 75% de las naciones en las Américas están incorporando alguna forma de tecnología en sus procesos electorales, demostrando la creciente relevancia de estas prácticas.
Para garantizar que esto suceda, se deben aplicar una serie de medidas para auditar, certificar y acreditar las tecnologías que se utilicen en el proceso electoral. Es crucial que los organismos que administran los procesos electorales sepan elegir, mediante un proceso público y transparente, instituciones o firmas independientes que puedan revestir de legitimidad las auditorías que se hagan a los sistemas tecnológicos aplicados.
Además de enfocarse en el software o sistemas informáticos encargados de captar, procesar, almacenar y reportar el voto del ciudadano, se deben verificar todos los procesos electorales soportados por tecnología. Esto incluye la transmisión de los datos, el almacenamiento, la auditoría del proceso, control y aseguramiento de calidad, la estabilidad de los equipos informáticos y electrónicos, y la ciberseguridad del proceso.
Estos aspectos son cruciales no solo en la preparación del certamen electoral, sino también en la ejecución del mismo y el posterior control de calidad a la hora de computar y reportar los resultados.
Nuestros países necesitan que la tecnología esté al servicio de la democracia. Las instituciones encargadas deben asegurar que esto se haga realidad. Solo así podemos fortalecer nuestra democracia y garantizar un mejor futuro para las próximas generaciones. ¿Estamos preparados para garantizar que nuestra democracia no solo sobreviva sino que prospere en la era digital?