Las autoridades de la República Dominicana, generalmente, publican estadísticas y discursos que subrayan la disminución de los feminicidios. Los análisis y las cifras sobre el acoso sexual, psicológico y social son pocos o nada frecuentes. De otra parte, la violencia salarial y las producidas por las condiciones en las que trabaja la mujer en empresas estatales y del sector privado se ocultan. Los gobiernos, incluyendo el actual, se caracterizan por el aporte de cifras que hablan a favor de los milagros que realizan para que la mujer se desarrolle y avance.
La mujer no es una víctima. Pero es necesario visibilizar los problemas que la aquejan por su poca habilidad para enfrentarlos con la valentía y firmeza necesaria. Esto ha contribuido a la normalización de los atropellos que recibe cotidianamente en la familia, en el trabajo, en la sociedad, en las iglesias, en los partidos políticos y en las organizaciones profesionales. Pero, la condición infernal en la que vive la mujer no solo depende de factores externos. Existen factores vinculados a la inconsistencia de su formación, a su historia familiar y social.
Los planteamientos anteriores indican que urge la organización de las mujeres como una sola fuerza. La atomización no lleva al éxito de ninguna causa. Por tal motivo, se ha de superar la fragmentación y abrirle paso a una organización cada vez más fuerte y compacta, con direccionalidad clara y sostenida, para que la transformación de la condición de objeto de la mujer sea una realidad palpable y vivible. El trabajo para hacer valer la condición de sujeto de la mujer no tiene espera. La formación sociocrítica en cada una de las áreas en las que se desenvuelve no espera más.
Los cambios que se producen en el conocimiento, en las ciencias, en las tecnologías y en la comunicación han de aprovecharse para profundizar la formación de la mujer como sujeto social. Esta formación implica procesos complejos y sistemáticos. Por ello, tanto el Ministerio de Educación de la República Dominicana como el Ministerio de la Mujer y el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología, deben articularse. Deben superar la planificación y el desarrollo de eventos para impresionar los sentidos. Han de trabajar para incidir en las estructuras mentales; y en los valores de las mujeres y de los hombres.
La formación y la organización son procesos prioritarios cuando hablamos de mujeres. No es un tema exclusivo de mujeres. En la lucha de la mujer, han de estar los hombres. Ambos deben compartir saberes, problemas y sueños. En América Latina y en otras esferas geográficas, esto es difícil, por el predominio de la cultura machista. Por esto, la mujer tiene que despertar capacidades dormidas; y, con creatividad, ha de involucrar a los hombres en su lucha. Superar la condición de objeto ha de ser una lucha compartida. La mujer no debe renunciar a este derecho. Debe ejercerlo y defenderlo.
La violencia sistémica contra la mujer requiere una respuesta efectiva. Sin embargo, en la medida en que avanza el tiempo, las políticas públicas, en sus diversos órdenes, aunque presentan un discurso robusto, carecen de eficacia.
Es en el imaginario de las autoridades donde se produce la disminución de la violencia contra la mujer. En el 2023, más de 130 mujeres murieron por la violencia machista. Un porcentaje más elevado que el de 2022. En este contexto, la formación y la organización constituyen un imperativo. Urgen lideresas que se comprometan con esta causa para que la mujer se constituya en un actor social orgánico.
Hay eslóganes creativos y sugerentes. Pero, es preciso un salto cualitativo y un cambio de mentalidades y de prácticas en las mujeres y en los hombres. El miedo y la pasividad de las mujeres acentúan su condición de objeto. Llegó el tiempo de terminar con esta postura. Mantenerla constituye una involución humana, sociopolítica y económica. El país cuenta con investigaciones que presentan indicadores del avance de la mujer en el ámbito de la formación académica. Habrá que preguntarse sobre la formación que se le propicia. ¿Acentúa su condición de objeto en la sociedad?
La organización para eliminar la violencia sistémica contra la mujer no es un deseo. Es una obligación del Estado dominicano. Es un compromiso sustantivo de las mujeres y de los hombres con mentalidades abiertas.